Una de las buenas cosas que hay en la vida es salir a caminar una fría tarde de otoño y si a esto le sumamos salir a recoger semillas, tanto mejor. Desde hace algunos años ya, que recogo y siembro todo lo que pillo, ¿Y ...Pa´qué?...me dicen mis amigos. Intento explicarles el motivo, pero claro no muchos entienden lo gratificante que es ver crecer un árbol, desde algo tan pequeño como es una semilla. La idea de dejar algo que probablemente seguirá en la tierra, mucho más tiempo que nosotros, es genial.
Esta vez les mostraré algunas de las semillas que he recolectado, quizá a muchos les servirá para identificarlas o algo así.

De izquierda a derecha; Acer campestre, Cupressus sempervirens, Cotoneaster horizontalis

De izquierda a derecha; Peumo (cryptocarya alba), Quillay (Quillaja saponaria), ambos nativos, de la zona central y sur del país, Molle (Schinus molle)

De izquierda a derecha; Acer negundo, Celtis australis, Ginkgo biloba

Encina Quercus ilex.
Dado que todos los años siembro distintos tipos de árboles, por espacio no podría tenerlos a todos conmigo, obviamente , me gustaría contar con el espacio para hacer un parque con todas las especies que se pudieran encontrar.
Sembrando estos arbolillos, no busco ganancias económicas, solamente me doy por pagado, el pensar que todos los arboles que he propagado, han viajado largas distancias dentro del país, y que en su lugar de destino serán bien cuidados, además del pequeño aporte que hago al hacer el pais y la conciencia de los ciudadanos un poco más verde.
Es así como ya están creciendo varios ginkgos, celtis y jacarandas, en lugares cercanos a mi barrio, así como tambien han viajado al norte y sur de este estrecho país.
Es interesante pensar que la descendencia de los individuos de los parques y jardines de mi ciudad, estarán dispersos por todo el país.
Espero que les haya gustado el tema.
Saludos
Pablo L.